Existen diferentes dimensiones de juego:
- Juego corporal y de movimiento, como correr o el juego de lucha simulada.
- Juego imaginativo y simbólico.
- Juego de narración y cuentos.
- Juego social y de reglas, como juegos de mesa.
- Juego de construcción.
Todos los tipos de juego permiten a los niños y niñas experimentar con una amplia gama de situaciones, simulando las posibles consecuencias de sus acciones en la vida real.
El juego corporal y de movimiento:
El juego corporal y de movimiento permite a los niños conectar conceptos con acciones y aprender mediante prueba y error.
El juego imaginativo y simbólico:
El juego imaginativo y simbólico les permite tener oportunidades de reproducir conflictos reales y encontrar posibles soluciones para aliviar los sentimientos negativos que éstos les producen. También ayuda a los niños a ser más flexibles y creativos, y contribuye al desarrollo de habilidades sociales y de autocontrol.
La lectura de cuentos:
La lectura de cuentos les permite integrar experiencias positivas y negativas, ayudando al fortalecimiento de las conexiones cerebrales. Además, permite al lector a organizar sus ideas en cuanto a lo que va leyendo. Si luego se emplea un tiempo en compartir lo leído, además, se potencia la memoria y la capacidad de relacionar conceptos.
Los juegos sociales y de reglas:
Los juegos sociales y de reglas, como los juegos de mesa, aportan una combinación de invención, límites y libertad. Por un lado, hay un factor de improvisación y espontaneidad para poder adaptar el juego a las necesidades de los jugadores y, por otro, hay que respetar unas normas establecidas en el juego.
Los juegos de construcción:
Los juegos de construcción son beneficiosos en cuanto a que desarrollan la coordinación óculo-manual, favorecen la motricidad fina de manos y dedos, desarrollan habilidades viso-espaciales y fomentan la organización, entre muchos otros.
En definitiva, el juego es una herramienta natural para para que los niños desarrollen resiliencia, aprendiendo a cooperar, superar obstáculos y negociar con los demás. Un entorno de juego positivo es esencial para el desarrollo de los niños y niñas en adultos saludables y competentes. Por el contrario, los niños y niñas privados de oportunidades para jugar corren un mayor riesgo de desarrollar dificultades en diferentes áreas del desarrollo, especialmente en el área socio-emocional.
El juego en los trastornos del neurodesarrollo.
En los niños con TEA, las dificultades en atención conjunta, imaginación, imitación y intención comunicativa afectan el desarrollo del juego. Normalmente, sus intereses de juego se orientan a aspectos sensoriales y físicos, y juntamente con los comportamientos repetitivos y estereotipados, tales como aleteos o balanceos, les producen dificultades para interactuar con sus iguales y conseguir la participación en el juego conjunto.
Los niños y niñas con retrasos en el desarrollo suelen mostrar preferencia por juegos de lucha y la exploración de objetos, y menos interés que la mayoría por otros tipos de juego, como el juego simbólico, de construcción y de creatividad.
Sin embargo, en el ámbito de la atención temprana se trabaja a través del propio juego, que se usa como herramienta terapéutica para la estimulación de habilidades donde el niño o niña presenta dificultades. A través de la interacción con el pequeño a través del juego, se consigue potenciar las fortalezas y mejorar las debilidades de los niños que presentan diferentes trastornos del neurodesarrollo.
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